Sofía Sánchez Marín

Sofía Sánchez Marín

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Qué hace tan famosa a la dupla de Iñárritu y Lubezki

Qué hace tan famosa a la dupla de Iñárritu y Lubezki

¿Qué bomba detonaron Alejandro González Iñárritu y Emmanuel Lubezki? Cada uno había trabajado por separado en diferentes películas, muchas de ellas aplaudidas. Sin embargo, fue hasta Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia) que este par de mexicanos se decidieron a colaborar juntos.  Este año la dupla regresa a trabajar junta, pero ahora en el ámbito de la realidad virtual y la instalación en Carne y Arena, próxima a inaugurarse en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco. El director Defeño nacido en 1963, Alejandro González Iñárritu escapó como polizón en un barco carguero hacia Europa y África, luego de pasar por una ruptura amorosa. A su regreso estudió comunicación y años más tarde se convirtió en locutor de radio en W. En su tiempo de ocio, el joven Alejandro tenía otra pasión: el cine. Era un asiduo visitante de las proyecciones en la Cineteca Nacional. De ahí nació su relación con, y el amor a, las películas de otros. Descubrió a Eisenstein, a Bergman, a Herzog y a Fassbinder. Una década después, a las probadas capacidades de Iñárritu como locutor y publicista hubo que sumarle la de director de cine. Acumuló elogios y notoriedad como ese realizador agudo, atento a un mundo en fuga con su ópera prima: Amores perros (2000). Le siguieron otras trágicas y trepidantes historias contemporáneas, retratos de la soledad en las metrópolis: 21 gramos (2003), Babel (2006) y Beautiful (2010). Fue con Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia) (2014) que Iñárritu

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Hagen y yo

Hagen y yo

4 out of 5 stars
Todo aquello que es terrible precisa de nuestro amor. Rainer María Rilker, Las elegías de Duino. Hagen y yo (Fehér isten, en su título original) arranca con una brillante secuencia que revela a un director pleno de recursos: en la puesta en escena, en la utilización de la luz y la textura, en el fuera de campo, en la dirección interpretativa. Amparado bajo una estética oscura y urbana, Kornél Mundruczo (Tender Son, 2010) muestra a una niña en bicicleta que huye de una jauría de perros en una Budapest desolada. ¿Una pequeña en medio de una pesadilla o de una soledad apocalíptica? Un escenario recreado con crudeza y veracidad a lo largo de una persecución encaminada a una resolución tan terrible como ineludible. La historia sigue las desventuras de Hagen -un perro mestizo que, al igual que el resto de los de su clase, pronto se verá obligado a vagar en las calles a causa de un nuevo marco legislativo que lo margina-, y a su dueña, Lili (Zsofia Psotta) una adolescente rubia y de personalidad melancólica que toca la trompeta, y quien intentará por todos los medios encontrar a su mejor amigo lanudo. La pequeña heroína simboliza la bondad, la inocencia y el amor para Hagen. No es casual que ella estudie música y que prefiera viajar en bicicleta. En su primera parte, la película se nos revela como una historia de familia disfuncional en la que Lili consuela su soledad con el amor de su perro. Pero el viaje repentino de su madre la obliga a ella y a su mascota pasar una temporada jun