Madrid oculto: Madrid fue moderno
En 1890 la ciudad terminaba en la zona de Ventas, entonces llamada Ventas del Espíritu Santo. Calificada de "laberinto árabe", estaba atravesada por el arroyo Abroñigal, exiguo, maloliente y que no desaparecería hasta los años 70, cuando fue soterrado. Junto a este, serpenteantes chabolas, barracas de feria y numerosos merenderos con nombres como el Tío Barriga, La Gloriosa, Los Andaluces, Liberto y Conejo o El Toledano para la aristocracia del chotis. El escritor Julio Camba, un gallego que conocía como ninguno la capital, sus gentes y la pobretería, tiene aquí una calle, aunque este liderase su tertulia muy lejos de allí, en Casa Ciriaco (Mayor, 84). En la calle de al lado comienza un viaje en el tiempo: Madrid Moderno, el "barrio más europeo de todos los barrios madrileños", como escribió ABC en 1906, al poco de su construcción final. Fue creado por el abogado Santos Pinela y su socio, el arquitecto Julián Marín, aunque la inspiración vino de Mariano Belmás Estrada, colaborador de Arturo Soria. El objetivo era que allí donde la ciudad terminaba se levantasen viviendas unifamiliares que imitasen las casitas de la modernidad europea, pero asequibles (a 5.000 y 10.000 pesetas) y, sobre todo, "higiénicas", lejos del hacinamiento proletario.
Hoy resisten menos de 20, sobre todo en la calle Castelar y Roma. Su decadencia y, en algunos casos, derribo fue otro crimen más de una ciudad que no cuidó su pasado y se llevó por delante antiguos palacios y hasta la legendaria Quinta del