Javier Ocampo, el folclore, lo queer y lo naco en el arte
“En mi obra los colres explotan y se esfuman para generar imágenes referentes al juego, la sexualidad, la decadencia, la violencia y mi identidad en constante cambio”, afirma Javier Ocampo, quien a través de esculturas, instalaciones, fotografías y videos muestra situaciones divertidas —muchas veces incómodas— marcadas por lo sintético de la cultura pop y por una irreverencia ácida e ingeniosa.
La obra del artista morelense radicado en la CDMX retoma el folclore, el género y la identidad sexual, y aunque la mayoría de su producción aborda temáticas LGBTTTI, cuenta con diferentes líneas: “lo conceptual, lo contestatario, lo radical y lo político”, para criticar las estructuras de poder en el gobierno y en la sociedad y para que escapemos de la heteronormatividad y la moral más tradicionalista a través del arte contemporáneo.
Platicamos con él acerca de su trayectoria como artista queer y de su exploración con lo prohibido, lo gracioso y lo cotidiano.
¿Está lo que eres plasmado en tu obra? Mi pasión es el color. Siempre recurro a paletas estridentes, fuertes y contrastantes. En la universidad, luego de una clase sobre cine y cultura gay, cambié mi panorama sobre el arte y la intimidad. Decidí expresar quién era a través del arte: comencé a abordar temas como búsqueda de identidad, sexualidad, nuevas representaciones y denuncia social.
Sobre el folclore, mi interés nace de mi propio contexto; vengo de una familia de clase media baja, el álbum familiar está lleno de anécdotas cur