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La Pirata
Haz un viaje en el tiempo para transportarte a esa época en la que lo único que podías beber en las pulquerías era, valga la redundancia, pulque. Si acaso habrá un refresco, pero nada de agua ni cerveza. Aquí lo mínimo que te sirven es un litro, nada de los minitarritos ni de los “litros” que no llegan a 750 ml. de las pulquerías hipsterizadas. El establecimiento lleva más de 70 años y la mayoría de la gente tiene edad avanzada, aunque no faltan parejas cuarentonas ni grupos de veinte y treintañeros que quieren adentrarse en la tradición. De comer siempre hay algún guisado (chicharrón, por ejemplo) con tortillas del negocio homónimo de al lado, pero si prefieres algo más botanero, la señora que vende pepitas y cacahuates estará ahí echando la broma con los más asiduos asistentes. También estará el bolero, por si quieres que le echen grasa a tus zapatos al ritmo de la rocola (en la que casi todo el tiempo suena banda). El litro de curado cuesta $50 y puedes pedirlo para llevar. Aunque ya no se prohíbe la entrada a las mujeres todavía llama demasiado la atención, al punto de la incomodidad, si hay personas del género femenino que cruzan por el piso con aserrín, sin la custodia de un hombre.
Panificadora La Real
Las panaderías tradicionales cada vez son mejor ponderadas debido a su escasez. Aquí encontrarás gran variedad de panes dulces, TODOS a sólo $7, así como pan de mesa entre $1.80 y $3 la pieza. Sus horarios extendidos, así como la calidad y precio, han conquistado a los vendedores de pan en bici, a los que podrás ver afuera abasteciéndose para llevar a zonas aledañas por las mañanas y por las tardes.
Sombrerería Escandón
Aquí se lavan, planchan, reparan y venden sombreros desde 1950. De acuerdo con Ignacio Reyes, “el Conejito”, dueño del lugar, la calidad de su trabajo ha sido probada por famosos como Javier Solís, “el Piporro”, Blanca Guerra, Carlos Cuevas, Arath de la Torre, Jesús Ochoa, Capulina y Erik Rubín. Puedes adquirir un sombrero Panamá desde $850.
La Poblanita de Tacubaya Patriotismo
La hermana menor de La Poblanita, que sí está en Tacubaya (1947), ya tiene casi una década deleitando los paladares de los colonos con especialidades mexicanas. Entre semana tiene un toque godínez que los sábados y domingos se convierte en ambiente 100% familiar. Aparte de caldos de gallina, variedad de moles, guisados y otras especialidades, hay menús para tu próxima fiesta. ¿Lo mejor? La temporada de chiles en nogada empieza desde el Día del Padre. Es buena opción para llevar al amigo extranjero y consentirlo sin gastar mucho, mientras Diego Rivera, Frida Kahlo, Benito Juárez, Miguel Hidalgo ¡y hasta Luis Miguel! los observan desde un mural.
Mercado Escandón
Cada visita a este lugar hace que uno se ponga a pensar por qué pierde su tiempo yendo al súper. Aunque los precios de las frutas y verduras no son los más baratos de la ciudad, se agradece que sean un poquito más naturales que los que hay en otro tipo de locales. Aquí hay servicios de plomería, tiendas de abarrotes, helados, mercerías, cafetería, disfraces y hasta estética, pero es la marisquería Playa Escondida la que le da verdadera vida los fines de semana. Encontrarás quesadillas desde $10 y las más elaboradas especialidades, como el atún sellado, cuestan sólo $110. Sus platillos y popularidad hacen palidecer a todos los negocios de mariscos del resto de la colonia, dentro y fuera del mercado, desde hace más de 30 años (por supuesto, hay que hacer fila). Si tus preferencias culinarias son otras, nada como la barbacoa para una mañana de cruda; o la Cocina Perlita, en donde hasta vales de despensa aceptan.
E.A.R. Guitars
Desde hace más de 20 años los servicios de laudería de Respuesta Electro Acústica son de los más renombrados en lo que a construcción y restauración de instrumentos de cuerdas se refiere. Hoy en día cuentan con construcción de estuches, renta de equipo de audio y hasta sala de ensayos. Mientras más especializado sea el servicio que requieras, más importante es que te atienda directamente Gabriel Castillo, su fundador.
Musical López
No juzgues por su exterior, al entrar encontrarás a la venta prácticamente cualquier instrumento musical, refacciones poco comunes y pedales hasta un poco más baratos que en otras tiendas, lo que hace que tengan clientes fieles, tales como algunos integrantes de Panteón Rococó. La afinación y reparación de pianos está a cargo de Benigno Serafín López Paz.
Iglesia de San José de la Montaña
Si no te quieres meter al coro, ponerle listones a San Charbel o encomendarte a San Martín de Porres, San Judas Tadeo, San José o a la Madre Petra, al menos aprovecha el remanso de paz, frescura y silencio que representa esta construcción que data de 1954. Ni creerás que acabas de salir del Metro Patriotismo.
Parroquia de la Candelaria
Este templo, de acuerdo con la Secretaría de Turismo de la CDMX, en el siglo XVI llegaba hasta la Alameda de Tacubaya. Ahora, parte de sus construcciones integran la oficina de Correos de México (Carlos B. Zetina 166, Escandón), con apartados postales para los más románticos; el Registro Civil y la Estación de Bomberos Tacubaya (José María Vigil 56, esq. Carlos B. Zetina, Escandón), inaugurada en 1935. Juan Carlos Pérez, bombero segundo, asegura que en las adaptaciones de esta última se encontró gente emparedada.
Jardín Morelos
En este parque disfruta del clima, pasea a tu perro y anda en bici. La rampa para patinetas, los aparatos para hacer ejercicio, los juegos infantiles y el jardín vertical demuestran un esfuerzo de mantenimiento, aunque la eliminación de la calle entre el jardín y el próximo estacionamiento del mercado ha provocado un hacinamiento de basura que demerita la experiencia. En su plataforma para skaters nunca falta un grupo de adolescentes azotando la tabla, mientras a unos metros señoras jubiladas hacen aerobics (sí, como en los noventa) o manualidades. En el Faro del Saber, como en los demás de la Miguel Hidalgo, hay clases de música, idiomas, artes marciales, ejercicio, ajedrez y hasta prepa abierta. También puedes tramitar tu credencial y tener acceso a la biblioteca, en la que también aceptan donaciones. También está el arenero para niños, aunque admitámoslo, escucharlos reír y corretearse es agradable cinco minutos, poco más puede ser un suplicio si no eres su familiar.
El León de Oro
Desde 1954 fascina con copas y botellas de bebidas espirituosas de todos los tipos y precios (si no nos crees, échale un ojo a la barra principal). Aunque no hay menú por tiempos como en otras cantinas, su propuesta gastronómica que se acomoda a cualquier bolsillo hará que ni lo notes. De entremés, pide manitas de cerdo o tortilla española, también hay sopas, antojitos y ensaladas, así como cortes de carne y mariscos; o costillas glaseadas y picaña angus, ambas sugerencias del chef. Su cercanía con la Condesa la convierte en una excelente opción para ver el futbol, gritar y comer con las manos. Tip: El estacionamiento es gratuito y el valet solo cobra “lo que gustes, güero”. Vale la pena, porque la estacionada se complica en los alrededores.