Mario Yaír T.S.

Mario Yaír T.S.

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El coronel veterano Don Armelio Robles

El coronel veterano Don Armelio Robles

El doctor Pedro Peña revisaba a Don Amelio Robles para externar un certificado médico, el motivo: legitimar las cicatrices de guerra dignas de la valentía. Era el México de 1948, y orgulloso, Amelio se quitaba el sombrero y se arremangaba la camisa para mostrar sus lesiones. Una bala por aquí, una cicatriz por allá. El médico certificó 6 heridas incluyendo una en el muslo, mostrada pudorosamente. No había duda del coraje y la valentía, Robles era todo un hombre.Cuando Don Amelio llevó su certificado a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) en 1955, comenzó el tedioso trámite para ser reconocido como veterano de la revolución. Zapata lo estimaba, apoyó a Obregón y combatió a Carranza. Quién diría que su camino empezó cuando huyó de casa junto con “la bola” sin siquiera saber por qué luchaba.Hasta 1974 se le reconoció como veterano. Aunque alcanzó el grado de Coronel en el ejercito Zapatista, la SEDENA solo le permitió la veteranía y el pago de un gasto por una enfermedad. Amelio tampoco logró la pensión militar, pero estaba satisfecho con ser veterano, un hombre veterano. Regresó desde la Ciudad de México a su casa en Xochipala, Guerrero, donde lo esperaba su esposa Guadalupe Barrón. En el camino recordó aquella vez en que unos sujetos intentaron asaltarlo con el fin de revelar su sexualidad; Amelio sacó su pistola y logró matar a dos agresores, pero tras el incidente fue preso en el departamento de mujeres de Chilpancingo. El mundo no estaba preparado para que la niña
La piedad en el desierto de Manuel Rodríguez Lozan

La piedad en el desierto de Manuel Rodríguez Lozan

Durante la década de los cuarenta la oficina del director de la Escuela Nacional de Bellas Artes era un monumento al hedonismo. Manuel Rodríguez Lozano la tenía repleta de pequeñas fotografías y retratos de sus “amantes”, jovencitosque comenzaban como pupilos y terminaban en revolcones.Había quedado atrás ese episodio en que su primer aprendiz, Abraham Ángel, se suicidó dentro de la casa de Manuel envuelto por un ataque de celos. No fue el único suspiro que arrancó, según el crítico Olivier Debroise “Manuel era tremendo, siempre tenía planes de enamorar, se alborotaba mucho cada vez que veía unos pantalones”. Por eso no le importaba decorar su oficina con amantes, como si de trofeos de caza se trataran, pero no a todos les agradaba su desvergüenza.Una tarde  se desató una fuerte trifulca dentro de la escuela (se cree que fue organizada por enemigos políticos de Manuel dentro de la ENBA). Desaparecieron una serie de grabados del renacentista Alberto Durero y el clasicista Guido Reni. Sin mucha investigación, se señaló como culpable a Rodríguez y en tan solo unas horas fue aprisionado dentro de Lecumberri por robo.Una vez en prisión, en el pasillo de las visitas, se le permitió pintar un mural: La piedad en el desierto. Así comenzó su “época blanca”, un periodo artístico que lo caracterizó por usar colores fríos, principalmente el azul y el blanco. Inspirado en La Piedad de Miguel Ángel, Lozano se autorretrató languideciendo en un desierto sostenido por una mujer indígena con r
Gerónimo Calbo y Matheo de Urroz

Gerónimo Calbo y Matheo de Urroz

-¿Sabes o sospechas porque estás frente a nosotros? – dijeron los inquisidores - Si – contestó Gerónimo – para que declare lo que le conté a mi confesor dentro de prisión…Una noche de 1650, llegó el padre Matheo a socorrer a Gerónimo Calbo quién vivía con sus cuatro tías y sufría fuertes calenturas producidas por el tabardillo, enfermedad por piquetes de pulgas y garrapatas. Todos pensaban que Gerónimo, de tan solo 19 años, moriría; por eso llamaron al padre Matheo para que lo confesara y pudiera ir al cielo en paz. Días después, volvió el sacerdote para ver que había sido del joven. Él estaba mucho mejor, pero aún en cama, triste.Completamente solos en la habitación, Gerónimo dijo omitir algo en su confesión. Matheo preguntó por ello y Gerónimo mencionó que estando en la panadería de sus tías, conoció a un indio panadero de quien se enamoró y tuvo relaciones con él. Cometió pecado nefando. Matheo lo tranquilizó tocándole los brazos, acariciándole el rostro y limpiándole las lágrimas. El ventajoso padre preguntó, ¿con que había cometido el pecado? Cuando Géronimo señaló su pene, Matheo le metió la mano entre su ropa y lo comenzó a acariciar.Días después, Gerónimo buscó al padre dentro de su monasterio. El padre lo pasó a su celda y tras cerrarla, nuevamente lo abrazó y lo besó. Gerónimo se dejó acostar sobre la cama de madera y ambos desvestidos comenzaron a tener relaciones. Gerónimo se dejó tomar completamente por el padre y al terminar, le obsequió unas tablillas de chocol
La lista de Salvador Novo

La lista de Salvador Novo

No había día que Elías Nandino, Xavier Villaurrutia y Salvador Novo no salieran al teatro, al cine, a cenar o simplemente a vagar por las calles del centro histórico. El poeta Nandino, que apenas tenía 22 años, había conocido a ambos dentro del cuarto que compartían en Donceles. Elías escribe en su autobiografía que la primera vez que tocó la puerta para conocerlos “abrió un señor alto, delgado, como víbora parada, un poco torcido y con el cabello alborotado. Era nada menos que Salvador Novo”.Nandino tenía más afecto por Villaurrutia que por Novo. Cuando Villaurrutia no estaba, Novo le decía a Elías barbaridades sobre Xavier. A los contemporáneos les encantaba viborearse los unos a los otros y criticar duramente todo lo que no iba con sus ideas, incluso Nandino se describe a sí mismo como la cenicienta de los contemporáneos.En una ocasión, él y Villaurrutia se encontraron en el centro para pasar por Novo a la Secretaría de Educación para ir a comer. Dentro del edificio, fueron al sanitario y al entrar descubrieron que sobre una de las paredes estaba escrito “Salvador Novo es joto”. Salvador no negaba su homosexualidad, pero cuando vio el recado sacó un lapicero y debajo comenzó a escribir: “Narciso Bassols es joto”, “El tesorero de la SEP es puto”, “el secretario es marica”. Toda una lista de importantes funcionarios de la prestigiada institución fue plasmada a modo de directorio queer sobre la pared más vistosa del baño.Al terminar su elenco, salieron los tres a dominar las
Doña Catalina de Erauso (Monja Alférez) en la Ciudad de México

Doña Catalina de Erauso (Monja Alférez) en la Ciudad de México

En la solitaria calle detrás del templo de San Diego, aguarda impaciente Erauso con una espada. En una carta retó a duelo a un caballero que no le permite la entrada a su residencia, pues el caballero está celoso de que su esposa pase más tiempo con Erauso que con él. De pronto un hombre entrega una misiva para el paciente caballero, en ella un mensaje: “Deje el desafío para los hombres y mejor encomiéndese a Dios, que la guardase muchos años”. Doña Catalina de Erauso hierve de ira al leer la carta. Doña Catalina, fue una monja que se vistió de hombre para escapar de un convento en España. No era de rasgos femeninos, por eso su disfraz era convincente. En todo momento la creyeron hombre, desde su lucha con los mapuches en Chile hasta su encarcelamiento en Perú por huir de una condena a muerte en Bolivia. Sólo en Perú se supo que era mujer, y sus aventuras trascendieron fronteras. Pese a las críticas, el papa Urbano VIII encantado con sus historias no sólo le concedió el perdón, sino que le permitió seguir vistiendo como hombre. Catalina dejó atrás las aventuras y así llegó al Virreinato de la Nueva España, en el que creó un negocio de trasporte de mercancías entre Veracruz y la Ciudad de México. Una vez transportó a una hermosa mujer de quien se enamoró, pero la rechazó para casarse con un hidalgo. Erauso y la doncella aún se frecuentaban en la ciudad, por eso el hidalgo caballero le negaba la entrada a su casona. Tuvo que de pasar mucho tiempo para que sus amigos pudieran ha
Ignacio de la Torre y Mier

Ignacio de la Torre y Mier

La Ciudad de México posee muchas historias LGBTTTI como la de Doña Catalina de Erauso quien fue una monja y hombre trans o la de Ignacio de la Torre y Mier, de quien se cuenta que estuvo en el Baile de los 41. A continuación te platicamos más sobre la vida de Ignacio, ya que su historia sobrepasa el jolgorio de los cuarenta y uno. Vestida de negro y con un sombrero corto, doña Amada Díaz llega a Lecumberri para ver de nuevo a su marido, Ignacio de la Torre y Mier. Muchos rumores corrían de Nacho: que si estuvo en el baile de los 41, que si era el protegido de su suegro Porfirio Díaz, que si tenía una relación amorosa con su caballerango Zapata, puros rumores infundados. Era cierto, De la Torre era homosexual, pero a escondidas del mundo y solo con la élite porfiriana.Una tarde le llegó la noticia a Amada de que Nacho fue liberado de la cárcel por Zapata, incluso un documento con la firma de ambos lo constata. Amada amaba a su marido pese a sus preferencias, así que corrió de regreso a su casa en Reforma (que alguna vez ocupó el espacio de la Lotería Nacional en la Tabacalera) pero Nachito no estaba ahí. Durante varias semanas nada supo de su marido.Un mes después le llegó una carta de Nacho; aún era prisionero, pero de Zapata. Hasta hoy, nadie sabe qué ocurrió en los establos de la mansión de Mier, se dice que Emiliano se molestó porque los caballos tenían mejor calidad de vida que la población, pero lo que haya ocurrido hizo enojar tanto al caudillo del sur que decidió cobra
Robert Hayward Barlow, el pupilo de H.P. Lovecraft, en la Ciudad de México

Robert Hayward Barlow, el pupilo de H.P. Lovecraft, en la Ciudad de México

En el Jotitour por la Ciudad de México se cuentan las mejores historias de la comunidad LGBTTTTI del Centro, pero nuestra ciudad posee más relatos fuera del primer cuadro de la CDMX, como el baile de los 41 o la historia del alumno de Lovecraft. El 1 de enero de 1951, los reporteros llegaron apresuradamente al 37 de la calle Santander en Azcapotzalco. En la entrada había una nota recién clavada, escrita en maya. Dentro, los policías observaban un cadáver boca arriba, con manchas negras y moradas en la piel. Los vecinos sabían quién era: el jefe de antropología del Mexico City College.Robert Hayward Barlow era un hombre delgaducho al que le encantaba sentarse sin camisa frente al sol chintololo que cobijaba el patio de su casa. Con sus lentes de armazón grueso realizaba escritos sobre las culturas mesoamericanas.Llegó a México después de la muerte de su mentor y amigo: H.P. Lovecraft. “Nunca en el curso de mi vida he visto un niño más versátil […] deberías ver el bajorrelieve de uno de mis monstruos ficticios (Cthulhu) que está modelando con simple barro de Florida”, escribió Lovecraft sobre Barlow.Al llegar a México, fascinado por el mundo místico maya, Robert se dedicó al completo estudio de las culturas prehispánicas. Para el mundo académico era el profesor emérito que todos citaban, para sus allegados era el amante de los gatos que de pronto estaba eufórico de alegría, y de un momento a otro se volvía obscuro y depresivo. Pero en la era dorada de la Liga de la Decencia, el
El baile de los 41

El baile de los 41

- Mi general, agarramos a 42 maricones en una fiesta bailando; la mitad vestidos de hombre y la otra de mujer. - ¿¡Y para qué me llama?! – replicó Porfirio Díaz - ¡Ya sabe qué hacer con ellos! ¡A prisión! - Pero es que… uno de ellos es su yerno, Nacho… Y tras una pausa Díaz ordenó: ¡Pues ya le dije! Meta a los 41 a la cárcel. - ¡Son 42 mi general! - 41 comandante… 41. Así inició la historia más famosa de la discriminación homosexual mexicana. Aunque el integrante 42 era una mujer que conseguía muchachos para subastarlos en la fiesta, en la sociedad porfiriana se corrió el rumor sobre el yerno de Díaz para denunciar sus “raras costumbres”. Lo cierto es que la madrugada del domingo 18 de noviembre de 1901, hubo una redada policial en la cerrada de La Paz (actualmente Ezequiel Montes), en la Tabacalera, cuando una mujer denunció el ruido de sus vecinos.No hubo periódico liberal o conservador que no se haya dado festín con la historia. El Popular pidió que el costo de la redada lo pagaran los travestis y “no daremos a nuestros lectores más detalles por ser en sumo asquerosos” (una lástima para quienes nos gustan los detalles). El de oposición El Hijo del Ahuizote lo tituló como “La aristocracia de Sodoma al servicio nacional” criticando al estado de permitir semejantes aberraciones…Los mejores chismes, se plasmaron en un panfletito de 1906 escrito por Eduardo Castrejón, cuya única copia se conserva en la Biblioteca Nacional, se titula “Los cuarenta y uno”. Según Castrejón, sólo 1