La Charla
Lo del 'ponzaning' ya es deporte nacional (nos hemos pasado, pero al menos sí de Madrid capital), y en él el Grupo LaLaLa va siempre en cabeza, es como el Usain Bolt de cañeo. Y eso es porque ha sabido montar sus restaurantes con los cuatro pilares que ya definen al grupo: sitio bonito, ambiente agradable, cocina cuidada y platos que funcionan. Violà, exitazo al canto. Así lo confirma La Charla (además de La Lianta y La Malcriada), el último que hemos visitado y al que muy probablemente volveremos.
Vamos por partes. Sitio bonito, efectivamente, porque según entras quieres subirlo a Instagram, a Pinterest, a Tumblr, a donde sea, y remodelar tu casa de cabo a rabo para meter diseño industrial, maderas, taburetes, platos diferentes y focos de antiguo plató de cine. Ambiente agradable, distendido, perfecto para La Charla (permitidnos el juego de palabras) alegre en barra y sentada en la parte en la parte de arriba, mientras suena toda una suerte de música acústica, y siempre picando, por supuesto, porque ahora viene la comida.
Cocina cuidada, y hacemos hincapié en esto porque aunque parece el típico sitio de “gente guapa” como se suele decir, la cocina merece mucho la pena. Todo es casero, hasta los postres, y todo se hace al momento, según lo pide el comensal. Muestra de ello es el Ceviche de gambón con una salsa de color anaranjado en la que echamos de menos más sabor a sus cabezas (lo eclipsa los cítricos y el cilantro), pero el gambón está de diez y en su punto justo de macer