Zoku por Hiroshi
“¡Irasshaimase!", es lo primero que escuchas cuando entras a este espacio lleno de simbolismos japoneses. Los meseros junto con Hiroshi, el chef, lo gritan al mismo tiempo. Quiere decir “bienvenido” y es cuando el nombre de Zoku toma sentido pues significa “familia”.
El lugar tiene una atmósfera cálida, invadida de piedra y madera; nada que ver con los restaurantes japoneses tradicionales que suelen ser mucho más fríos. Así que, de pronto, te das cuenta que tiene todo para relajarte y comer como te gusta. El ambiente amiguero hace que te sientas en el lugar correcto un viernes por la noche.
Lo primero que hice al llegar con esta nueva familia fue pedir sake de su amplia carta especializada. Pedí uno que se llama: Ozeki Yamadanishiki; es impronunciable, pero se siente seco y suave en la boca.
A las entradas les faltó un toque de originalidad, cuando llegó mi primer platillo –ebi tártara–, me quedé con ganas de más sabor. No me sorprendió al gusto y me recordó a cualquier platillo de camarón frito. Lo mismo sucedió con el chicken kara age, un platillo de pollo frito con salsa tártara. A pesar de que la salsa sabía casera, con alcaparras, pepinillos y el sabor ácido bien balanceado, son platillos que no volvería a pedir.
Luego todo cambió, quise probar el sushi de la casa. Llegó a la mesa un envuelto de arroz perfecto que no estaba glutinoso, al morderlo podía sentir los granos de arroz y luego el camarón frito con panko –pan rallado– y un sabor dulce por la salsa de anguila. Lo