Diana Rojo

Diana Rojo

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Top 5. Los mejores huevos de la Ciudad de México

Top 5. Los mejores huevos de la Ciudad de México

Fuimos desde Polanco hasta San Ángel para probar diferentes preparaciones con huevo y encontramos los mejores. Si se te hace tarde para desayunar, los mejores brunches de la CDMX te estarán esperando, así como los lugares para desayunar.

Listings and reviews (3)

La Taberna del Chanclas

La Taberna del Chanclas

3 out of 5 stars
Por mucho tiempo había buscado un lugar en la ciudad con sazón española tradicional; de La Taberna del Chanclas me enteré porque presumen de tener los mejores huevos rotos de todo México. Ahora, puedo decir sin temor a equivocarme que lo son. No sé cuál es el secreto, pues a simple vista son huevos como cualquier otros, pero probarlos es una delicia. Es más, en el menú no los encuentras revueltos con los demás platillos. Los huevos rotos tienen un apartado especial. Probé los clásicos: huevos estrellados con papas a la francesa perfectamente sazonadas, la yema se rompe y baña todo el platillo. También puedes pedirlos con chistorra 100% española o con tocino. Los clásicos pueden ser una opción deliciosa para ovovegetarianos. Aunque el ambiente en esta taberna parece ser muy político y de negocios, igual puedes venir con amigos o en plan romántico, esto es la Condesa después de todo. No olvides hacer reservación, pues no es un lugar al que puedas llegar así nada más, la Taberna del Chanclas normalmente tiene la casa llena. 
Ivoire

Ivoire

3 out of 5 stars
Mi abuelita decía que el amor entra por la panza y creo que los chefs de Ivoire lo creen también. Cada uno de los platillos con los que te dan los buenos días están pensados para que no puedas dejar de sonreír; sí, igualito que cuando estás enamorado. Vi jugos de todos los colores; pan dulce recién horneado, caliente. El café estaba en su punto –fuerte pero con notas nobles–. Todo me decía que estaba a punto de empezar la relación más importante de mi vida: un nuevo restaurante del que no iba a querer salir en mucho tiempo. El café normalmente lo pido con leche, lo cual es una prueba bastante severa cada vez que visito un lugar, pues comúnmente la leche termina ganándole protagonismo al café y me puso de buenas ver que en Ivoire no es así.  Lo sirven como se debe, haciendo una mezcla perfecta de leche y café para no perder el sabor de ninguno de los dos.  Enseguida, le pregunté al mesero cuál era el desayuno estrella de la casa y me recomendó los huevos benedictinos… Entraron derechito a mi corazón y lo hicieron para quedarse. Son huevos pochados, acompañados de salmón ahumado el cual parece recién pescado por su frescura y sabor a mar; crema holandesa y un toque de queso crema, la cual los volvió cremosos. Sin duda, la combinación de todo, hace que te sientas en el paraíso. Después de salir de ahí no tuve ninguna duda; quiero empezar todas mis mañanas así.  
Zoku por Hiroshi

Zoku por Hiroshi

3 out of 5 stars
“¡Irasshaimase!", es lo primero que escuchas cuando entras a este espacio lleno de simbolismos japoneses. Los meseros junto con Hiroshi, el chef, lo gritan al mismo tiempo. Quiere decir “bienvenido” y es cuando el nombre de Zoku toma sentido pues significa “familia”. El lugar tiene una atmósfera cálida, invadida de piedra y madera; nada que ver con los restaurantes japoneses tradicionales que suelen ser mucho más fríos. Así que, de pronto, te das cuenta que tiene todo para relajarte y comer como te gusta. El ambiente amiguero hace que te sientas en el lugar correcto un viernes por la noche. Lo primero que hice al llegar con esta nueva familia fue pedir sake de su amplia carta especializada. Pedí uno que se llama: Ozeki Yamadanishiki; es impronunciable, pero se siente seco y suave en la boca. A las entradas les faltó un toque de originalidad, cuando llegó mi primer platillo –ebi tártara–, me quedé con ganas de más sabor. No me sorprendió al gusto y me recordó a cualquier platillo de camarón frito. Lo mismo sucedió con el chicken kara age, un platillo de pollo frito con salsa tártara. A pesar de que la salsa sabía casera, con alcaparras, pepinillos y el sabor ácido bien balanceado, son platillos que no volvería a pedir. Luego todo cambió, quise probar el sushi de la casa. Llegó a la mesa un envuelto de arroz perfecto que no estaba glutinoso, al morderlo podía sentir los granos de arroz y luego el camarón frito con panko –pan rallado– y un sabor dulce por la salsa de anguila. Lo