El Favor
Situación clásica de partida, el abc de la comedia: reunión de los personajes en torno a un tema muy importante que suelta uno de ellos y a ver cómo reaccionan los demás. Ventaja: el público sabe desde el minuto uno lo que los personajes no saben, y eso genera una atención extra en los primeros 40 minutos de función, que son los que aprovechan autora y director para presentarnos a cada uno de los cuatro hombres protagonistas, los cuatro amigos de toda la vida, el núcleo fuerte de la fratría. Incluso hay un quinto amigo ausente (vaya), del que sabemos que es gay y con el que parece que el protagonista, por lo que sea, tiene más confianza, porque este ya sabe lo que los otros tres todavía no.
Cuatro hombres, pues, en escena que, pese a estar bien construidos y matizados, representan cuatro gradaciones distintas de lo masculino, desde el troglodita (se sale Jorge Kent) que luego resulta tener más sentido común que otros, aunque se exprese toscamente y no cierre las piernas nunca, hasta el que, pasado de intelectualidad, expresa mayor emocionalidad (César Camino, cuyo personaje -oh, dios mío- tiene amigas con las que queda para charlar, sin pensar en sexo cada medio minuto), dejando en medio a un hombre más indefinido, bastante centrado en sí mismo pero camuflando carencias bajo una eterna capa de cachondeo (Paco Déniz, estupendo, como siempre) y el anfitrión de esta cena, el hombre enamorado y dispuesto a dar el paso, consciente y comprometidamente, de ser padre (Antonio Hortela