La hija de un ladrón
La ópera prima de la cineasta Belén Funes parte de un cortometraje previo, 'Sara a la fuga', que giraba alrededor de una adolescente que vivía en un centro de acogida y que no veía a su padre desde hacía años. En 'La hija de un ladrón', Sara se ha hecho mayor y es una joven que acaba de tener un bebé. Pero sigue sola. Tiene que hacerse cargo del hermano, protegerlo de la mala influencia del padre, que acaba de salir de la cárcel. Tiene que trabajar y tiene que batallar con todos los problemas económicos sin ayuda. La vida transcurre en el presente, en el aquí y ahora. No tiene tiempo ni de llorar.
La cámara de Belén Funes la sigue en un periplo diario incansable. A través de la actividad constante de Sara nos introducimos en un pequeño microcosmos (un barrio de la periferia de Barcelona) y en los problemas de fondo que azotan un entorno castigado por la falta de oportunidades laborales, la hostilidad y la falta de raíces. 'La hija de un ladrón' es una radiografía social tan precisa y dolorosa como honesta. Y, además, se sustenta sobre la configuración de un retrato femenino muy potente, encarnado por una magnífica Greta Fernández, capaz de demostrar una fortaleza durante toda la película tras la que esconde una fragilidad insondable que se materializa en un último plano, repleto de sentido.