Buscando a Dory
Estamos de acuerdo en que 'Buscando a Nemo' es el tipo de delicia visual que todos podemos esperar de Pixar, aunque su línea argumental no siempre alcanza los niveles de inventiva en la que los estudios han construido su reputación. No hay ni el reto psicológico de 'Del revés', ni la letanía existencial de 'Wall-E', ni la estoica tristeza de 'Up'. Sin embargo, trece años después aquí tenemos una sólida secuela que sigue las aventuras de Dory, el adorable pez azul amnésico, mientras busca por California la familia que de repente recuerda haber perdido.Ambas películas tienen la misma estructura: en una, un padre que busca a su hijo, y en la otra, una hija que busca a sus padres. Evidentemente, la sensación de urgencia que requiere la situación no es exactamente igual. La primera era más lacrimógena, tenía más tensión dramática, mientras que aquí, en cambio, gana la comedia. La trama se dispara en el momento en que Dory redescubre su infancia en un rincón del Instituto Marítimo de California, en el departamento de ictiología, presidido por la voz omnisciente y omnipotente de Sigourney Weaver (recuerda aquellas audioguías de museos narradas por celebridades).Hay algunas diferencias entre las dos cintas, como el hecho de que Dory creció en un entorno donde la vida acuática más perjudicada es "rescatada, reparada y reliberada". Pero en el mundo oceánico de Pixar, los obstáculos son bienvenidos. Porque por muchas dificultades que se encuentren en el camino, ambos seguirán nadando, s