Vivir de noche

Antes de convertirse en Bruce Wayne enmascarado por primera vez, Ben Affleck era como una versión joven de Clint Eastwood, un patriota que nos contaba historias sobre la moral y el heroísmo americano. Con este melodrama, situado en plena Ley seca y ejecutado con máxima precisión, recupera su viejo talante. En efecto, podríamos trazar un recorrido que fuera de los silencios de 'Adiós, niña, adiós' a las persecuciones de coches en 'Ciudad de ladrones', terminando con el humor de 'Argo', y obtendríamos la fórmula mágica de este film. Repleta de sombreros estilo fedora, mafiosos traidores y tipos que hablan inglés con un acento curioso, 'Vivir de noche' es una mezcla de elementos del cine negro, dispuesta en una amalgama de escenarios dispersos por las calles de Boston, infestados por el crimen, y los sofocantes ambientes de Florida, donde abundan los traficantes de ron. Un conjunto excitante. Lástima que la duración excesiva del metraje, los movimientos repetitivos de los personajes entrando y saliendo de hospitales y cárceles y una combinación de múltiples finales implícitos haga tambalear la solidez del producto.