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Hace tantos años que vemos comedias de espías que parece que el género no haya existido nunca fuera de la parodia. 'Una misión de locos' no ha venido a cambiar esta consideración, pero al menos sí que tiene a un protagonista, Léo, que se toma muy en serio el hecho de ser un agente secreto internacional, a pesar de que el resto del mundo lo considera un narrador poco fiable, ya que está encerrado en un manicomio. Romain, un psiquiatra que apenas ha llegado al hospital, interpreta sus historias como meros delirios, hasta que su novia es secuestrada y no le queda más remedio que fiarse de los supuestos conocimientos de su paciente. Pronto, sin embargo, la necesidad de hacer avanzar la trama pasa por delante del motor del film –¿es Léo un auténtico espía o vive en una mentira colosal?–, que va desvaneciéndose hasta hacer aburrida la dinámica de buddy movie que se establece entre Dany Boon y Philippe Katerine, que consigue convertir al razonable Romain en el personaje más bufonesco de la función.