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¿Richard Gere le ha dado el golpe a la pipa? Por supuesto que no, pero ¿por qué más aparecer como el excéntrico filántropo y fumador de hierba? El actor estadounidense da vida a Franny –un hombre con un oscuro secreto y una melena de león pero en color blanco que lo hace parecer como el doble de Santa– en este drama que está al borde de lo ridículo.
Cinco años después de la muerte de sus amigos más viejos –una pareja de esposos– en un accidente automovilístico, Franny se obsesiona con la hija de ellos, Olivia (Dakota Fanning), y su esposo, el doctor Luke (Theo James).
Sin preguntarles, Franny les compra impulsivamente una casa y le consigue a Luke un trabajo en el hospital que construyó. ¿Hay algo extraño en la agresiva generosidad del protagonista y su necesidad de “ser necesitado”? En una película con un mejor guión, sí, pero no es el caso. Un secreto entre nosotros tiene líneas absurdas como: “tú trabajo es curar niños, el mío es hacerlos sentir mejor”. Y pobre Dakota Fanning, su papel consiste únicamente en frotarse con ansiedad su prótesis de vientre materno.