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El thriller psicológico de Edgar Wright engulle a la estudiante de moda Eloise (Thomasin McKenzie) hacia un Londres que va a mil revoluciones por minuto. Todo ello la supera, pero la cosa aún se complica más cuando es arrastrada a un viaje en el tiempo que la pone en los zapatos de la aspirante a cantante de cabaret Sandy (Anya Taylor-Joy).
Es el Swinging London del año 1965 y un agente (Matt Smith) le consigue una actuación. Efectivamente, las cosas se vuelven feas en un mundo lleno de hombres rapaces y la película convierte un West End ultraglamoroso en un reino siniestro. Ambas mujeres sufren la misma explotación sexual –en el pasado y en el presente–, lo que nos muestra cómo el trauma resuena en el tiempo, y pone la perspectiva femenina siempre por delante –Krysty Wilson-Cairns ('1917') es coguionista del filme–. Al final, es Taylor-Joy quien roba las escenas a McKenzie, tal y como suele hacer, e impulsa la película con una dimensión etérea y atemporal que resulta casi fantasmal.
Estreno el 19 de noviembre.