Finalmente, Derek Zoolander compite por el peor discurso de película, en un funeral. Esta joya indie, escrita, dirigida y protagonizada por el talentoso Jim Cummings, abre con 11 minutos de hilarante brutalidad en un accidente automovilístico, mientras el policía Jim Arnaud (Cummings) rinde homenaje a su difunta mamá con su ataúd detrás de él, en silencio. Es una clase magistral de comedia, girando desde casi un colapso hasta una manía vertiginosa, a través de un espectro de tics faciales, y todo está rodado en una sola toma, sin parpadear, por el genio de The Office.
Esta es una escena que podría eclipsar fácilmente con lo que sigue, pero como cineasta, Cummings tiene suficiente que decir sobre el poder del dolor para desacoplarnos por completo de nuestros amarres y los desafíos de la crianza de los hijos cuando necesitas cuidarte a ti mismo, para saciar las grandes risas con un persistente recompensa emocional. Arnaud quiere ser un buen padre para su pequeña hija (Kendal Farr) y no puede soportar estar lejos por trabajo. Sabes que se avecinan los colapsos, pero no estás preparado para la furia que tienen.
En el espíritu de muchos grandes comediantes, Cummings tiene una habilidad especial para tomar líneas que no deberían ser divertidas y transformarlas en accidentales. Y como escritor-director, tiene un instinto sobre cuándo retroceder y dejar que la película respire. El resultado es una comedia con corazón y de un cineasta del que escucharemos mucho más.