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En ‘Suburra’, la mafia, la Iglesia, los políticos y los empresarios no se sientan juntos a la mesa, pero sí frecuentan el mismo restaurante. Las bajas pasiones íntimas y los grandes proyectos urbanísticos se relacionan a través de una cadena retorcida y a la vez natural. Porque en la Roma que retrata esta película cabe de todo: las fiestazas de 'La gran belleza', el oscuro poder de 'Il divo', el papa en crisis de 'Habemus Papam' y los tiroteos y puñaladas de 'Gomorra'. Detrás de la cámara encontramos, precisamente, a Stefano Sollima, realizador de diversos episodios de la robusta adaptación del libro de Roberto Saviano. Su pulso es firme, no se pierde en la estructura coral de los personajes, y consigue que la acumulación de acontecimientos que narran las más de dos horas de film resulte desbordante, pero no atropellada.