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La ambición puede ser un factor peligroso. En 'En la oscuridad', la anterior película de la saga 'Star Trek', sufrimos las consecuencias, con un espectáculo de épica alucinante, llena de nuevos universos, escenas violentas y momentos embutidos de emoción. Solo cuando superamos la resaca nos dimos cuenta que era la peor entrega de toda la franquicia. Por eso es un gusto poder anunciar ahora que este último volumen no tiene las mismas aspiraciones grandilocuentes. Eso sí, os hará saltar de la butaca desde el principio hasta el final.
Más que cualquier otra, contiene la esencia de los episodios clásicos de la serie de televisión que se empezó a emitir en el año 66: la tripulación del Enterprise va hacia un misterioso planeta, la nave pasa por una región peligrosa y el capitán Kirk se encuentra cara a cara con un alien. Fin de la historia. O no. Evidentemente, hay un poco más de chicha, en el momento en el que un naufragio producido por causas misteriosas lleva a los intrépidos navegantes a un enfrentamiento con un enjambre de aeronaves, hasta que los personajes se pierden en un mundo rocoso.
Kirk (Chris Pine) y Scott (Simon Pegg) se ocupan del trabajo más duro y heroico. Mientras Spock (interpretado por Zachary Quinto pero con un sentido homenaje a Leonard Nimoy) mantiene su actitud cerebral, llena de preocupaciones por el futuro de su especie y aflicción por la idea de la propia muerte. Pero la actitud general es enérgica y positiva. Nunca, desde que Gene Roddenberry acuñó este universo, habíamos tenido una sensación tan trepidante de aventura y camaradería. Y las escenas de lucha tienen un pulso insólito, excepcional, que no decae nunca.