Más ambiciosa de lo que parece, esta historia de un cirujano trastornado por la decisión de su hijo de hacerse cura quiere ser a la vez una fábula sobre nuestro tiempo y una tragicomedia moral. Comienza, en efecto, como un vodevil de enredo típicamente italiano, con la familia y el sexo como fundamentos de varias situaciones convencionalmente divertidas. Y termina como si hubiéramos asistido a un proceso de aprendizaje, donde la vida del protagonista cambia radicalmente al contacto con un cura muy peculiar, a la vez un iluminado y un vitalista. Podríamos pensar que se trata de mera propaganda vaticana, pero el mensaje es más retorcido y también más malicioso: contra la gran crisis moral de nuestro tiempo, la mejor opción es un retorno a la espiritualidad, aunque sea tan superficial y burda como la puesta en escena de este filme en el fondo previsible y aburrido.

Si Dios quiere
Time Out dice
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