El impecable rigor del film, que describe con minuciosidad entomológica las estrategias políticas del premio Nobel de la Paz para provocar la violencia racista con la no-violencia del movimiento de lucha por los derechos civiles y ganar así el pulso que mantenía con el presidente Johnson, queda vagamente oscurecido por las recientes revueltas contra la impunidad de la policía por el asesinato de Michael Brown. El triunfalismo de 'Selma', acariciado por una puesta en escena pulcra y educada, a la que sobra más de un acuerdo épico y sentimental, tiene tantas zonas sombrías como el propio Luther King, que David Oyelowo encarna con un sentido común y una gama de matices admirables.
Las escenas que ilustran las dudas de un líder consciente de la importancia de cada uno de sus gestos y palabras son lo mejor de un film que intenta compensar la aridez de su acercamiento a un momento histórico decisivo –el éxito de la marcha pacífica desde la población de Selma, Alabama, hasta la capital del estado, Montgomery– con recursos expresivos propios del biopic de Hollywood más convencional.