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Un retrato de la ciudad de Cali y la desigualdad que se vivía en los años setenta lo vemos desde la perspectiva de María del Carmen, protagonista de la nueva película de Carlos Moreno (El cártel de los sapos, 2011). En la historia, basada en la obra del célebre escritor colombiano Andres Caicedo, vemos a la joven de clase alta adentrarse a los bajos fondos de la urbe colombiana, incitada por la música que se escucha en esos lugares: la salsa y el merengue.
A pesar de que la película intenta recrear fielmente al libro –incluso, por momentos, utiliza las palabras exactas de la obra-, ¡Qué viva la música! se vuelve tediosa y comienza a perder fuerza mientras los minutos transcurren. El monólogo que tiene el protagonista a lo largo del filme no tiene ritmo, por lo que se convierte en una narración pesada para el espectador. A pesar del trabajo sobresaliente en la estética del filme y que sabe resaltar a la música como personaje, las actuaciones que ofrece son irreales y nunca podemos hacer conexión con el papel central, interpretado por Paulina Dávila.
Existen libros que son obras difíciles de adaptar a la pantalla grande y a la lista se suma esta obra de Caicedo. Lamentablemente la película se queda corta y nos muestra una visión bastante escueta sobre el retrato tan vasto que se plantea en el libro original. El resultado es una cinta que no logra engancharnos desde el principio, con un grandioso soundtrack pero un guion muy pobre como para cautivar a las audiencias.