Perfectos desconocidos

Es un remake del film homónimo de Paolo Genovese, pero parece diseñado para acoplarse como un guante a las obsesiones del cine de Álex de la Iglesia. Primero, se trata de una película coral situada en un lugar cerrado, como ocurría en su admirada 'El ángel exterminador', influencia capital de 'La comunidad' y 'El bar'. Segundo, es una comedia negra, negrísima, iluminada por una luna sangrienta. Tercero, ilustra a la perfección su ideario misántropo, a saber: que, como decía Hobbes, el hombre es un lobo para el hombre. De la Iglesia saca con notable alto a la hora de dar dinamismo a una situación única en un apartamento que parece, por obra y gracia del trabajo de cámara, una plaza de toros. Busca apoyo en unos actores que se sienten cómodos entre traiciones, equívocos y humillaciones (especial mención a Eduard Fernández y Pepón Nieto); y sabe sacar partido de este aparato del demonio (el móvil), la caja de Pandora del siglo XXI que, cuando se abre, convierte una reunión burguesa en un infierno en la Tierra.