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El debutante Lino Escalera compone un magnífico drama alrededor de los sentimientos y de la negación que genera la proximidad de la muerte en el entorno más cercano de un enfermo terminal. Lo hace a través de tres magníficos personajes, dos hermanas y su padre, describiendo con sutileza las relaciones que se establecen entre ellos y analizando sin juzgar las propias miserias internas que los atormentan. Es una película de reposada forma y convulso fondo, con un escrupuloso pudor a la hora de introducirnos en el infierno particular que atraviesa el personaje interpretado por Nathalie Poza, tan frágil como autodestructivo. Escala trabaja la emoción desde la contención y el respeto. Su crudeza es dolorosa, pero también muy auténtica.