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La épica antilasciva del director danés Lars Von Trier sobre una mujer ultrapromiscua toma un lado más oscuro en este segundo y último episodio. Nuestra anitheroína favorita, Joe (primero Stacy Martin, luego Charlotte Gainsbourg), relata los pasajes que la llevaron a perder todo deseo sexual y a encontrar placer en el masoquismo. Mientras que en la primera parte el sexo parecía un juego infantil, en esta se siente como un castigo autimpuesto. Joe sucumbe ante los maltratos de un maestro sadomasoquista (Jamie Bell, de Billy Elliot) y el peligro de los encuentros con desconocidos. Estas decisiones provocan que abandone a su propio hijo
Es también en esta entrega en la que Von Trier ata cabos y resuelve su historia. Quizá si hubiera dirigido Los Miserables, el resultado habría sido parecido a esta cinta tan anárquica, cruda, descarada y melodramática. Joe emprendió un camino trágico y jamás podrá escapar de su pasado. Ese “pasado” al que nos referimos es Jerome (Shia LaBeouf), su primer amante, su única pareja, el padre de su hijo y, finalmente, su némesis. La dupla se reencuentra con la sutileza propia de la ópera, mostrando una especie de burla que nos recuerda que, detrás de todo esto, se esconde la maquiavélica mente de Von Trier.