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'New world' se abre con una escena impactante, en la que un hombre es torturado por un grupo de mafiosos, que lo acusan de pasar información de sus actividades a la policía. Presidiendo este acto violento encontramos a Ja-sung, el auténtico agente infiltrado por la ley en el grupo criminal. Con este prólogo, Park Hoon-jung hace explícita la doble personalidad del protagonista, que observa (y ejecuta) el cruel destino al que él mismo se arriesga diariamente con la frialdad que impone la máscara que se ve obligado a llevar.
La división clara entre la persona real y el personaje se irá volviendo cada vez más confusa a partir del momento en que muera el líder del clan mafioso. Este hecho desencadena un juego de tronos por la sucesión del presidente, en el que la policía pretende influir colocando a un hombre de paja que les permite controlar el crimen desde dentro. Así es el ‘nuevo mundo’ al que se refiere el título de la película: un entorno ilegal manipulado irónicamente por la ley.
La escala de la operación hace que el precario equilibrio en el que vive Ja-sung tiemble todavía más, y le fuerza a preguntarse dónde está su verdadera identidad. Después de casi una década conviviendo con el enemigo, el policía duda entre mantenerse fiel a las frías órdenes de su capitán y obedecer el vínculo emocional que ha forjado como el agresivo gánster que se ha convertido en su hermano de sangre.
El disfraz convertido en piel podría hermanar 'New world' con la ambigua escala de grises que Cronenberg aplicó en 'Promesas del este'. Pero el film de Park rechaza seguir una vía excéntrica o manifiestamente personal, y prefiere ser respetuoso con las expectativas asociadas al aliento dramático y las formas estilizadas del reciente thriller surcoreano.