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Nueva versión de la película del mismo título de 1988 –la primera parte de una saga de larguísima duración–, este 'Muñeco diabólico' que ahora se estrena quiere ser mucho más realista y agresivo que el original. El muñeco en cuestión es un invento informático con un defecto de fábrica que lo vuelve fiel como un perro, pero también implacable y violento. El adolescente que se convierte en su dueño se nos presenta como un 'millennial' con problemas de relación obsesionado con la tecnología. Y la sociedad en la que vive parece que solo pueda pensar en el consumo. El noruego Lars Klevberg gestiona estos elementos con habilidad no exenta de ironía, con una mirada crítica que mezcla la parodia del cine de Steven Spielberg con el gore más sangriento. Pero el resultado no deja de ser paradójico. Poco a poco acaba transformándose en lo que quería poner en solfa: la película, finalmente, se muestra incapaz de superar su condición de producto de consumo confeccionado con sangre, vísceras y bromitas quizás demasiado fáciles.