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No se dejen engañar por la primera secuencia de este film. El programa de televisión donde conocemos a Mar Vidal y nos enteramos que cerrará su restaurante con una última cena, no está a la altura del resto. Una vez presentados los personajes/ingredientes –una pareja divorciada que se encuentra al cabo del tiempo; una mujer macho que aprovecha la noche para decirle adiós a su marido; un hombre inquietante; unos japoneses malhumorados y su guía; además, claro, la chef, el maitre y los camareros que servirán la cena de despedida-, el film discurre ligero, con un ritmo perfecto y un buen gusto que se nota en cada plato/situación que nos va ofreciendo.
El tercer acto será el que dejará a los comensales sin postres, pero no a los espectadores, que verán como cada una de las pequeñas historias encuentra la guinda de su pastel. Gual hace un film optimista, feliz. Una película que se come con placer y se recuerda con gusto.