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El guionista y director Jim Jarmusch vuelve al género de zombis de la seminal 'La noche de los muertos vivientes' de George A. Romero con una especie de metarelectura. En 'Los muertos no mueren', Jarmusch nos deslumbra con un reparto para morirse –Bill Murray, Adam Driver, Tilda Swinton (fabulosa!), Chloë Sevigny, Steve Buscemi e incluso Selena Gómez, entre otras glorias–, una explosión gore y algunas grandes risas, pero ni su esencia ni sus giros finales acaban de despegar. Esta película es una carta de amor a las pelis de zombis escrita en Comic Sans y nos recuerda que el mejor trabajo de Jarmusch tiene un rigor invisible, incluso cuando flojea más.
El apocalipsis de los muertos vivientes llega al pueblo de Canterville a través de señales de radio interrumpidas, luz del día que se alarga demasiado y, lo más alarmante en este rincón rural, la desaparición de un pollo. La invasión llega finalmente anunciada por un zombi Iggy Pop y el giro de la peli es que no es carne lo que anhela la mayoría, sino las obsesiones de cuando estaban vivos: café, música, caramelos, Xanax... es pronunciarse los nombres y empiezan a gemir. La gran lástima de todo es que ni siquiera un reparto matador como el que tiene consigue elevar la comedia zombi de Jim Jarmusch en el canon del cine del género.