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Es complicado encontrar en el plano de la comedia romántica una propuesta que logre ser original. Quizás 'Las leyes de la termodinámica', la primera incursión de Mateo Gil dentro de este género (que tiende a la repetición de esquemas), resulte fallida, pero al menos se atreve a introducirse en unos caminos menos cómodos de lo que es habitual. Hay riesgo. La película adopta las formas de un documental científico (con la consiguiente voz en off explicativa), que aportan un toque antropológico que busca la comicidad y la complicidad del espectador. A veces resulta un recurso agotador, pero como buena apuesta, se mantiene hasta el final en un acto de funambulismo narrativo casi suicida. Además, se atreve a dar la vuelta al arquetipo de antihéroe romántico, dotándolo de un sustrato más neurótico y siniestro.