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No es una película sobre agujeros negros y relatividad, ni una historia de amor, como la de Mark Zuckerberg en 'La red social'. Lo que encontraréis en el muy esperado biopic de Stephen Hawking que dirige James Marsh es el concepto del 'jolly good fellow' elevado a la enésima potencia, sin contrastes, pero con un nuevo matiz: la lucha del hombre contra Dios. Desde la ciencia, casa santa del ateo inteligente, y desde la supervivencia, combustibles que alimentan la leyenda del 'british great man' y poco más. Sin embargo, 'La teoría del todo' tiene un par de virtudes. Eddie Redmayne está antológico, en un papel anatómico de riesgo elevado que controla hasta la palpitación del músculo menor. Eso, y los veinte minutos iniciales en el Cambridge los 60, sorprendentemente descacharrados, como en una buena novela de campus, hacen que todo valga la pena.