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La película comienza como tantas que hay sobre la Guerra Civil. Pero muy pronto vemos que hay algo más en esta historia de falangistas asesinos y rojos asesinados. La mirada de un niño trastorna completamente a uno de estos verdugos, que se convierte en el guardián de la higuera que crece sobre la tumba de su padre y su hermano. Entre el esperpento y la fábula, la novela de Ramón Pinillos era un material muy difícil de adaptar al cine. Ana Murugarren lo consigue gracias a la complicidad de Karra Elejalde. El actor se va transformando poco a poco en un Simón del desierto, aceptando esta situación de vigilante con la ayuda de una mujer muy peculiar, que se combina con el antagonismo de un hombre muy desagradable. Curiosa manera de hablar de la memoria histórica y de la necesidad de no olvidar nunca lo que pasó.