Hay algo profundamente triste y penosa en 'La hermandad'. Tal es la sensación que nos encontramos ante una película de género fantástico realizada sin oficio ni alegría, incapaz de transmitir atmósfera, misterio o espíritu lúdico. Quizás es porque duele escuchar unos diálogos extremadamente rígidos, que se derraman en la pantalla sin que los actores se preocupen de adaptarlos a su habla y hacerlos sonar mínimamente naturales. Quizá lamentamos que, a diferencia de otras estrellas en horas bajas implicadas en una serie B, Lydia Bosch no satisfaga nuestras pasiones más bajas, saliendo de la película sin haberse enfrentado a ninguna situación genuinamente 'bizzare. O quizás asusta, simplemente, darse cuenta de que 'El orfanato' comienza a ganar posiciones a '¡Suspense!' en la concepción que algunos cineastas (o productores) tienen del terror "clásico".
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