[title]
El nuevo filme de Yann Gonzalez —Encuentros después de la media noche (2013)— vuelve con una delicia visual (grabada en 16mm) que nos deleita con pornografía gay ochentera y luces neón: La daga en el corazón, un slasher franco-mexicano que nos llevará por la melancolía de los ochenta.
Esta cinta presenta a Anne Parèze —una angustiada Vanessa Paradis—, la dueña de una productora de pornografía gay de baja calidad, en París. Deprimida porque su editora le rompió el corazón, trata de encontrarle sentido a su vida —y a su trabajo—, que ha caído en la monotonía. Todo es orgías y sudor hasta que poco a poco, sus actores caen ante las manos de un asesino serial.
Sin esperar que la policía tome cartas en el asunto, Anne y su crew comienzan a buscar respuestas para saber por qué están tras de ellos. Esto la inspira y comienza a trabajar en el proyecto más ambicioso de su vida, una película conceptual sobre un asesino que —sodomiza— y mata a sus víctimas. Cada que cae muerto alguien, Anne está más cerca de dar con el asesino y (aunque suene muy frío) terminar su filme.
La daga en el corazón revive la vida nocturna LGBTTTI, el porno gay, las cintas de terror de bajo presupuesto y la música ochentera —que corrió a cargo de la banda M83 (¡Sorpresa! Antony Gonzalez es hermano del director)— de una manera que te atrapa cada segundo, tanto visualmente, como narrativamente.
Se ve la mano de Piano, el estudio creativo mexicano de Julio Chavezmontes y Sebastián Hofmann —Tiempo compartido (2018)— gracias a la aparición del mexicano Noé Hernández —Tenemos la carne (2016)— en una bizarra escena que va del ritual satánico, a un viaje por LSD (raro en Noé).
Yann Gonzalez entregó un trabajo visual colorido, con una historia que nos recuerda a Cecil B. Demente (2000) de John Waters, protagonizada Melanie Griffith, Maggie Gyllenhaal, Stephen Dorff y Alicia Witt.