Una celebración del periodismo old school, tan sobrecargada como deslumbrante. Wes Anderson condensa tres historias cortas en una sola película que homenajea a su país de adopción y también revistas sofisticadas como The New Yorker. La ciudad donde pasa La Crónica Francesa nos recuerda el París de Amélie, donde ratas, gigolós y peatones coexisten con románticos, estudiantes revolucionarios, chefs de renombre y grandes artistas. No faltan, tampoco, juegos formales: animación a cámara lenta, imágenes congeladas, trabajo de cámara de mano y una persecución de coches que parece sacada de un libro de cómics. Anderson presenta personajes como una Elisabeth Moss respecto de editora, un Jeffrey Wright que es periodista gastronómico y un Timothée Chalamet en forma de revolucionario de Mayo del 68. Nos quisiéramos detener en sus aventuras, pero a diferencia de una revista que puedes hojear a tu ritmo, La Crónica Francesa no quiere que te tomes tu tiempo ... y las historias avanzan a gran velocidad.