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La premisa de esta película puede parecer inverosímil, incluso ridícula: un abogado especializado en fusiones empresariales entra en crisis después de tragarse unas cuantas setas alucinógenas. Pero es la droga u otra cosa lo que le hace actuar de manera tan desaforada? El último largo del alemán Stephan Rick mezcla la crítica social y el thriller casi fantástico de una manera bastante tosca, es cierto, pero también efectiva.
La oposición entre civilización corrupta y naturaleza salvaje, en el fondo las dos caras de la misma moneda, provoca que el protagonista sea una especie de personaje maldito, en la tradición del hombre lobo y similares bestias mitológicas. Y el ritmo bastante elíptico de la trama termina construyendo una ficción alucinada, desenvuelta y espontánea, como si se tratara de una serie B de género. Lástima que no todas las piezas encajen y que, finalmente, la pesadez del mensaje acabe ganando la partida al carácter delirante de la propuesta. Sea como sea, sin embargo, no deja de ser una pequeña sorpresa.