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Poco antes de la Navidad de 1900, tres guardianes de un faro desaparecieron de su remoto afloramiento escocés. ¿Se los tragó el mar? ¿Fueron asesinados por piratas? ¿Picoteados por gaviotas inusualmente salvajes? Es un punto de partida jugoso para cualquier película; podría virar hacia un misterio onírico o hacia un horror de fuego de campo o incluso (para los suscriptores de la teoría de gaviotas) en una versión de 'Los pájaros' en las Hébridas. En lugar de eso, el director Kristoffer Nyholm lo ha transformado en una placentera historia de moralidad turbia, con el espíritu de 'Shallow grave'. A veces es melodramática, pero late entre tensiones psicológicas y explosiones de violencia.
Los desventurados fareros están interpretados por el siempre estelar Peter Mullan como líder aquejado del trío, Gerard Butler como hosco hombre de familia y Connor Swindells como el pardillo aprendiz del oficio. El clima es brutal, el paisaje aún más y, claro, la radio no funciona. Se suma a esta mezcla la aparición de una barca de remos, un cuerpo, una caja fuerte y algunas decisiones pésimas. Como cabría esperar de un veterano del noir escandinavo 'The killing', a Nyholm le gusta la oscuridad.
La actuación es sólida, incluso cuando algunos personajes parecen forzados, especialmente Butler, pero a pesar de las dos horas de duración, la película está filmada con cuidado y no se hace larga