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En 'La piel que habito', Elena Anaya leía 'Escapada', el libro de Alice Munro que contiene los tres relatos en que se basa el guión de 'Julieta'. Y quizás es ella quien sueña esta carta que una madre dirige a su hija, convertida en desconocida después de años de silencio y ausencia. La historia da pie al drama más rigurosamente puro de Almodóvar; un film con momentos de alegría, pero no de comedia, sin rastro de humor, que extrema las tensiones maternofiliales de 'Volver' para describir la evolución de un dolor de efecto retardado y largo recorrido, extenuante como los viajes en tren y autocar que realiza la protagonista, antes de que el AVE y los vuelos 'low cost' maquillaran las distancias geográficas de España. El cineasta manchego visualiza el peso de estas heridas a través de una elipsis tan sencilla como radical, que concentra las virtudes (y el misterio) de la película, que sin duda es su obra más implosiva.