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Tras convertirse en una de las voces más desinhibidas dentro de la comedia americana, Todd Phillips cambia de registro para adentrarse en el terreno de la sátira más mordaz y descabellada en 'Juego de armas', película que bebe de el espíritu corrosivo y crítico del Scorsese de 'El lobo de Wall Street' y de las fábulas hiperbólicas entorno de la sociedad americana de David O. Russell. Su apuesta es ambiciosa: mezclar cine de acción, toneladas de humor negro y una reflexión incómoda del sueño americano. La jugada le sale bien a medias. Es innegable la capacidad de Phillips para crear situaciones vertiginosas y de verter toneladas de bilis. Pero le falta un plus de entidad y la película acaba resultando un tanto repetitiva y perezosa, demasiado pendiente de los modelos que se empeña en seguir.