Jean-François y el sentido de la vida

Retratar la infancia, o en este caso la adolescencia, es un asunto más delicado de lo que parece. Y 'Jean-François y el sentido de la vida' no sale airosa del todo. Quiere ser un retrato sobre la educación sentimental, con aspiraciones filosóficas tipo 'El mundo de Sofía', pero a la vez le cuesta moverse de la idea de que la mirada del niño es por definición ingenua. A ratos una revisión fantasiosa de 'Los 400 golpes', a ratos un remake naturalista de 'El extraordinario viaje de T.S. Spivet ', la ópera prima de Sergi Portabella trata de un chico que es el blanco de los 'bullers' de la clase y que un día, encerrado en el baño de la escuela, encuentra un ejemplar de 'El mito de Sísifo' de Camus que le cambia la vida. Epidérmica en sus lecturas del sentido de la existencia, lo mejor de la película llega cuando se deshace de la pátina intelectual y busca los ojos de un personaje que están llenos de ternura.