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Los que creen que en 'Fear the walking dead' hay demasiada palabrería y poco zombi quizás encuentran que 'Llega de noche' juega en la misma liga. Lo que hace la segunda película de Trey Edward Shultes es entender el terror como un permanente 'coitus interruptus' y crear una atmósfera densa, irrespirable, a partir de la interacción de seis personajes al límite de su humanidad en un espacio cerrado. Se agradece el cuidado con el que todos ellos están construidos e interpretados –un hurra por Joel Edgerton– y la elegancia de la puesta en escena, aunque, a veces, da la impresión de que los movimientos de cámara son excesivamente ominosos comparados con lo están dispuestos a enseñar, y el resultado se parece demasiado a una versión sofisticada de 'Infectados', la ópera prima de los hermanos Pastor.