Roland Emmerich, el gran gurú del cine de catástrofes teñido de patriotismo americano, ha vuelto con toda la artillería pesante para resucitar su obra magna, adaptándola a los nuevos tiempos. Y lo hace desde la ironía, la de un director que parece divertirse con su elefantiásico juguete sin que le importen las consecuencias.
‘Independence Day: Contraataque’ conjuga el espíritu lúdico del cine de invasiones alienígenas con la espectacularidad del ‘blockbuster’ veraniego. Pero con un toque ‘demodé’ que incluso está implícito en el hecho que sean los personajes de la película original, ya viejos (y un poco locos), lo que adquieran una mayor relevancia sentimental y nostálgica en la trama. Algunas críticas han apuntado que no nos podemos tomar esta apuesta en serio. Y, la verdad, tampoco hace falta. En su esencia absurda está, en el fondo, su auténtica virtud: la de la parodia descontrolada, rozando el delirio.