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Habrá quien diga que 'High life' no es 'realmente' una película de ciencia ficción, ya que en el fondo se trata de la nueva obra de Claire Denis, una de las autoras más feroces del cine mundial. Pero esta teórica incompatibilidad solo deja en evidencia los prejuicios de quien la emite: el planteamiento argumental –un grupo de convictos es condenado a tripular una nave espacial, con la misión de explorar los confines del cosmos en busca de recursos útiles para la especie humana– no deja dudas sobre su carácter especulativo. Y, por otro lado, hablamos de un género con una infinita capacidad para asumir miradas heterodoxas y zarandeos narrativos.
Rodando en inglés por primera vez en sus 30 años de trayectoria, Denis coloca a Juliette Binoche en una tesitura muy diferente de la de los agridulces anhelos afectivos de 'Un solo interior'. En esta ocasión, la actriz es la perturbadora médica encargada de supervisar el estado físico y mental de los reclusos, tomando como objeto de su deseo a un Robert Pattinson que convierte su mirada alucinada en una implosión de intensidad. Interesada, como siempre, en mostrar el cuerpo humano como una geografía de heridas y fluidos, la directora de 'El intruso' toca una nueva cima del cine físico, si bien ahora el deseo de sus criaturas no se proyecta sobre un entorno reconocible, sino que tiene tras de sí un infinito vacío cósmico.