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Pasaréis noches sin dormir, mirando la oscuridad y con las uñas entre los dientes. Porque esta película tiene efectos temibles sobre el que la ve. Es una historia sobrenatural, destinada a tomar el relevo a 'El exorcista' en el ranking del cine de terror más angustioso de todos los tiempos. Aquí también hay cabezas que dan vueltas, y de una manera aún más salvaje. Pero lo más importante es que contiene la memoria de los grandes clásicos del género, desde 'La semilla del diablo' hasta 'Babadook', sobre todo en cuanto a la figura femenina que la protagoniza, en este caso Toni Collette. Si la recordáis en 'El sexto sentido' comenzaréis a haceros una idea de hasta qué punto es capaz de llevar su personaje al extremo.
Collette hace de Annie, una artista que construye dioramas y maquetas increíblemente realistas. En sus creaciones encontramos una sucesión de habitaciones en miniatura, de casas de muñecas, que replican el mundo real. Aquí radica la idea de horror del film: la amenaza de una entidad que es grande y malévola y que juega con los humanos como si fueran sus muñecos. Annie se recupera de la muerte de su madre, que era una mujer severa, y en este duelo lo acompañan su marido y sus dos hijos (Gabriel Byrne, Alex Wolff y una alucinante Milly Shapiro), todos vestidos de funeral.
La muerte de la abuela que todo lo oscurece, un pájaro que se estrella contra el cristal de la ventana de la escuela y deja un rastro de sangre, la niña que le corta la cabeza con unas tijeras. 'Hereditary' avanza a un ritmo inexorable, y a medida que la cosa se va tiñendo de negro sentiréis que el mundo se resquebraja bajo vuestros pies, y que el monstruo os coge por el cuello, abre la boca y os grita en la cara, con su aliento diabólico, hasta haceros caer en el abismo.