Buenista y sentimentaloide a primera vista, 'Green book' cuenta una historia real de lo más cruda, que tiene lugar en 1962. Como una especie de contraplano de 'Paseando a Miss Daisy', la película de Peter Farrelly es un 'road trip' que se adentra en la América profunda y racista. Dentro de un coche viajan dos personajes, cada uno de los cuales representa una serie de estereotipos.
Uno es Tony Vallelonga, encarnado por un Viggo Mortensen barrigón con el pelo tintado de negro. Es el típico gorila de 'nightclub' de Nueva York que lo arregla todo a puñetazos, hasta que cierran el local donde trabaja. Buscando trabajo, va a parar a casa de Don Shirley, un pianista negro de jazz al que interpreta Mahershala Ali, lacónico, soberbio. Shirley busca un conductor y guardaespaldas para su gira hacia el sur de los EE.UU. A pesar de sus prejuicios, Tony acepta la propuesta, a cambio de un buen precio. Los billetes en el bolsillo harán que se trague su orgullo... pero no que cierre la boca. Al volante, con la mano chorreando grasa, hará chistes sobre Little Richard y sobre el consumo de pollo frito.
La película se titula 'Green book', que era el nombre de una guía de viajes para motoristas negros que quisieran evitar zonas conflictivas, donde podían acabar desangrados en un callejón oscuro tras una paliza. Con el libro en la mano, los dos personajes se ponen en ruta, y poco a poco van conociéndose el uno al otro, hasta que nace entre ambos un afecto que hace que te quieras levantar de la silla para abrazarlos.