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¿Hacía falta, realmente, una secuela de ‘El último exorcismo’? Posiblemente, la respuesta sería no, pero las satánicas exigencias de la taquilla se han impuesto a las consideraciones creativas. Esta segunda parte cambia el dudoso realismo del 'found footage' de la primera por un enfoque narrativo convencional, centrado en la actriz Ashley Bell, intérprete, otra vez, de Nell, víctima de una posesión diabólica. Gran parte del metraje de esta segunda parte sigue los intentos de Nell de superar el miedo ante la posibilidad de ser atacada, una vez más, por el demonio. Aunque Ed Gass-Donnelly muestra una admirable moderación respecto al gore y los efectos visuales llamativos, al filme le falta intensidad. La sensación general es soporífera, por más que haya momentos escalofriantes, como el mimo o la escena del éxtasis sexual de Nell. Y sí, hay otro exorcismo, esta vez una variedad vudú; pero llega demasiado tarde para hacer despegar el espectáculo.