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El director Martin Provost une en El reencuentro (2017) a dos leyendas de la actuación: Catherine Deneuve, conocida por sus trabajos con grandes realizadores como Jaques Demy (Los paraguas de Cherburgo, Las señoritas de Rocherfort), Luis Buñuel (Bella de día, Tristana), François Truffaut (La sirena del Mississippi, El último metro), Roman Polanski (Repulsión) y Leos Carax (Pola X); y Catherine Frot , inalcanzable histrión con una carrera de más de 40 años, lo que le ha valido ser nominada diez veces al Premio César, máximo galardón de la industria cinematográfica en Francia.
Claire (Frot) es una de las matronas de una clínica decadente, cuyos años de experiencia la hacen atractiva para un nuevo hospital a pesar de su negativa. La rutinaria vida de Claire transcurre entre el trabajo, su pequeño huerto cerca del río, y su hijo, quien cursa una carrera en medicina.
La sobria cotidianidad de Claire se verá interrumpida con el regreso de Beatrice (Deneuve), antigua amante de su padre. En un principio renuente por ser Beatrice la aparente causa del suicidio de su padre, Claire se enterará sobre la razón por la que ella ha vuelto a su vida: el tumor cerebral que la aqueja.
Por medio de una dirección sensible, Provost logra retratar una historia que bien pudo caer en la cursilería y un exagerado melodrama. La cinta avanza con delicadeza y mesura de forma lenta, permitiendo que el enfoque esté en las reacciones orgánicas de los personajes, provocando genuino interés y emoción, en lugar de recurrir al impacto de los hechos por sí mismos.
De cara a la segunda mitad, El reencuentro tiene el despropósito de introducir una predecible y poco convincente historia de amor entre Claire y un camionero internacional, interpretado por Olivier Gourmet. El error no recae en tratarse de una subtrama romántica per se, sino que salvo un lindo momento cerca del final que involucra a la pareja, acompañados por Beatrice, es totalmente prescindible.
Por otro lado, Provost juega con un mensaje sobre la tecnología y las nuevas generaciones del sistema médico, pero su inclusión es tan somera, con un desarrollo nulo, que únicamente entorpece el flujo narrativo.
Sin embargo, la presencia de ambas Catherine es de enorme beneficio para la cinta. Es un deleite ver a Deneuve y Frot compartir escenas; lo cual sucede por la mayoría del filme, para fortuna nuestra. No se trata de un duelo actoral, sino de figuras cuya presencia se complementa y engrandece mutuamente. El gran trabajo de esta dupla hace, por sí sola, valer el precio de entrada.