No hay nada más reaccionario que el cine americano de raíces cristianas. Da un poco de miedo que las ideas sobre el mundo de gente como Sarah Palin o Donald Trump hayan llegado hasta el cine. Pero todavía da más miedo que un producto como 'El hijo pródigo', dirigido a cuatro manos por dos directores que firman su primera realización, llegue a estrenarse aquí. Esta película no sólo es reaccionaria por el argumento que explica, una puesta al día de la parábola bíblica del hijo pródigo; lo es sobre todo por la manera absolutamente simplista de telefilm doctrinal y moralista con la que está narrada la historia de este hijo pródigo que abandona la casa (la granja paterna) para ir a la ciudad donde derrocha su fortuna y, tras tocar el cielo y la gloria del dinero, cae en el más profundo infierno del que sale gracias a la ayuda de un buen samaritano (Dios, claro) y el amor de un padre que lo recibe con los brazos abiertos cuando vuelve arrepentido al hogar.

El hijo pródigo
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