Vuelve el Grinch, sin las muecas de Jim Carrey, y algo menos gruñón. La gente de Illumination, el mismo estudio que hizo 'Canta', 'Mascotas' y las películas de los Minions, firma una nueva adaptación del relato de Dr. Seuss y una animación que por el trazo se acerca a la estética del libro original, pintado a mano, en 1957. Eso sí, el verde del personaje se inspira en el del 'cartoon' de Chuck Jones, de 1966.
Lo más destacable es que esta vez el Grinch tiene la voz de Benedict Cumberbatch, que le confiere un tono nasal y puritano, al tiempo que suaviza su carácter y lo hace un poco más triste (sobre todo en la escena en que canta 'All by myself 'mientras toca un órgano gigante). Cabe decir que no hay mucha exploración psicológica. La película se presenta como una serie de episodios de slapstick, no siempre bien integrados y sin secundarios memorables. Incluso al Grinch, a ratos, le cuesta mantener el carisma. Pero hay algunos detalles dignos de ser elogiados. Por ejemplo, el narrador que hace Pharrell Williams, como un cálido homenaje al autor del libro.