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Es difícil ver una película sobre un museo de arte sin pensar en el 'National Gallery' de Fred Wiseman que nos deslumbró el año pasado. Pero tenemos que hacer el esfuerzo, y superarlo. Especialmente cuando se comprueba que ese impecable documental inglés se rodó al mismo tiempo que otra cinta, de producción austriaca, titulada 'El gran museo'.
Más allá del tema, que gira alrededor del retrato por dentro de una institución artística de primer orden, los dos trabajos son muy diferentes. Johannes Holzhausen se enfrenta al Kusthistorisches de Viena en un momento de renovación. Y, de entrada, hay una imagen impactante: estamos en una preciosa sala completamente vacía, de repente entra una persona, se pone en el centro de la nave y comienza a romper el suelo de madera. Esta imagen da la clave del documental.
Estamos asistiendo al proceso de renovación desde dentro de una institución a través del trabajo de sus trabajadores, mucho más que de las obras que alberga. Reivindicar esta visión del museo es uno de los atractivos de un film que no quiere dar lecciones, sólo dejar constancia de un espacio en un momento concreto.