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Cada año, durante un fin de semana, Francisco, sus cuatro hijos y las parejas de éstos se reúnen en Cuernavaca para celebrar el cumpleaños de la abuela. Son una familia como cualquier otra, tienen discusiones, malentendidos y conflictos fraternales, pero en el fondo disfrutan estar juntos. Durante el viaje más reciente sale a la luz un secreto que pone a prueba el amor y la solidez de los lazos que los unen.
Esta cinta, segundo largometraje del director mexicano Javier Colinas (Los inadaptados, 2011) es una comedia que explora los conflictos que experimenta la mayoría de las familias. El problema es que, como sucede en la vida real, los conflictos son en su mayoría triviales –la abuela quiere vender su casa de fin de semana; la señal de televisión falla y no pueden ver un partido de fútbol– y para el espectador resultan completamente aburridos.
Las pocas situaciones que ameritan una exploración más profunda –un matrimonio que se tambalea tras años de intentar embarazarse sin éxito, un triángulo amoroso que involucra a dos hermanos– son abordadas de manera superficial.
La falta de profundidad en una película no es necesariamente un defecto, sobre todo cuando viene acompañada de una narrativa ingeniosa, tal es el caso de cintas como ¿Qué paso ayer? (Todd Phillips, 2009) o la reciente Esta chica es un desastre (Judd Apatow, 2015). Desafortunadamente, ese no es el caso de El cumple de la abuela. Por su ligereza y falta de originalidad, esta cinta tiene más en común con cualquier telenovela que con una comedia bien lograda.