Hace cinco años, el uruguayo Federico Veiroj dirigió 'La vida útil', una especie de retrato romántico de un tipo cualquiera, una celebración del cine y del amor. Ahora, con 'El apóstata', continúa su discurso con la recreación de otro personaje, digamos que la contrafigura de aquel primero: un joven que quiere renunciar oficialmente a su condición de católico, pero también a la vida que lleva, una existencia sin objetivos, banal, en medio de dos mujeres que no puede conseguir. La película es arriesgada, y a veces duda incluso de sus caminos estéticos. Pero esta vacilación resulta esencial para sus objetivos, y todo esto acaba adquiriendo una densidad fascinante y contundente: a medio camino entre la crónica existencial y el relato alucinado, 'El apóstata' es una de las mejores películas hispanas que hemos visto en los últimos tiempos.
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